sábado, 27 de junio de 2009

TORTAS, CAPONES Y DEMÁS

Recuerdo a mi padre contándome historias cuando comíamos-sí en aquella época comíamos todos juntos y en casa-de cuando él iba al colegio y entonces era habitual que el profesor les pegara y les diera con una regla. A mí esas historias me parecían superlejanas, supongo que al igual que a un joven de ahora las mías. pero nosotros vivimos la transición democrática en el colegio y por tanto los últimos coletazos de aquellos tiempos a los que se refería mi padre. Hoy quiero recordar los momentos de "violencia" en aquellos años:

El primer recuerdo que tengo es del Señor Zabaleta en 5º de EGB, la afición de éste era dar capones en la cabeza, pocos fueron los que no los probaron en su carne, recuerdo que dolían bastante. Su compañero de curso Don Teodoro también era aficionado a la torta, no en vano acuñó una frase que decía al alumno que veía enfurruñado:"Chavalico no me llores que te casco". Otra especialidad era la del profesor de gimnasia Sergio Loidi-hoy taxista-, que consistía en calentarnos previamente las orejas para cogérnoslas, estirar y elevarnos unos metros del suelo. Pero a quién más recuerdo pegar es al padre Arturo-qepd-, o el pato como todos le llamábamos, recuerdo las tortas que le daba a un alumno que se llamaba Pablo Pérez González, al cual además hizo pasar un curso entero sentado en la tarima en vez de dejarle sentarse en un pupitre como al resto de los alumnos. Aunque no existió violencia física, recuerdo como el pato "pilló" a un alumno que se llamaba París escupiendo por las barandillas mientras subíamos a clase y vino a buscarlo a clase para limpiar con la lengua todos y cada uno de los escupitajos que había. recuerdo perfectamente como lloraba París al volver a clase y la cara de asco que ponía mi madre cuando le contaba este hecho llegándome a decir que si me lo hicieran a mí me negara aunque me expulsaran del colegio. Los últimos recuerdos que tengo son ya de BUP, en mis carnes sufrí los golpes del Bonillo, seguramente bien merecidos, en la cabeza y recuerdo los ataques de ira del Marco y como en uno de estos abofeteó a David Sanjuan-hoy creo que policía- repetidamente, también he de decir que recuerdo la cara de arrepentimiento del Marco al ver los lloros de Sanjuan. Actualmente sería más fácil que fuesen los alumnos los que diesen capones,pegaran,cogieran de las orejas,mandaran recoger japos o abofetearan a los profesores que a la inversa. Aquellos eran otros tiempos

8 comentarios:

eloban dijo...

Desde luego que eran otros tiempos, y no me gustaría que volviesen para nuestros hijos, pero tampoco hemos salido asesinos. La mayoría de las veces nos lo merecíamos, y había un respeto a los profesores que definitivamente se ha perdido.
Me gustaría también recordar los guantazos insuperables que el padre Luis (aquel que se metía con los comunistas de Cuba) le atizó uno de los primeros días de clase a uno de los mejores alumnos de 5ºB de EGB, Fernando Galvez. Si a los más estudiosos le zurraba así, ¡qué no iba a hacer con los demás!. Es algo grabado a fuego en mi memoria, y todavía tengo pesadillas.

Anónimo dijo...

El bonillo tenia varias memorables, como la de hacerte comer las cascaras de las pipas si te pillaba en la escalera subiendo a clase, o el lanzamiento olimpico de tiza a Juan ("el banano") por hablar en clase.Fernando

Anonimo dijo...

Nosotros, al ser de otra generación, creo que sólo recibimos pequeños capones hasta 3º ó 4º de EGB. Saludos

pamisal dijo...

Creo que el acto insalubre y a todas luces denunciable aunque hoy supongo ya prescrito contra el compañero París, fue cosa de Sergio Lloydi y no del "Reverendo Padre" Arturo Arévalo Medina (así lo llamaba el Sr. Mendoza, alias Perchas, por cierto). Lo que no recuerdo es quién era el que a los "capones" con el nudillo del dedo medio "aflorando" los llamaba "coquito de La Habana que se come sin gana". ¿Alguien ubica la expresión?

pamisal dijo...

Respecto a Marco, el de dibujo, recuerdo que una tarde que andaba yo resfríado y me dio (que ya me vale) por estornudar muy sonoramente, le dio el pronto y vino a por mí puño en alto como con intención de agredirme, por entonces, con 14 añitos, me había dado por enredar con esas cosas del kick boxing y demás (supongo que entre alguna película que vi y las malas compañías). Me levanté, eché un pié atrás y me puse en guardia, me salió así, supongo que por esa afición lo tenía automatizado... Entonces bajó el puño, me encanchó del pecho y me dijo que saliera de clase y que nos veríamos fuera... Luego vino fuera como desesperado y con otro talante. Yo desde luego, era pa mear y no echar gota, pero no puedo ni imaginar qué traían (o dejaban) algunos en casa. Nuestros modos a veces eran surrealistas, propios de esa edad que insisto, es pa no echar gota, pero ellos eran adultos, mejor dicho... pregunto... ¿eran adultos?.

pamisal dijo...

El Sr. Bonillo era un beibi. Pero claro, de eso nos damos cuenta ahora. Tenía el mismo mal, en ese sentido que "Don Ricardo Lajusticia". Hoy serían "kidults" de pro. Recuerdo que al menos, Bonillo, para no exaltarse cuando descubriera su mote (que aún no le habíamos puesto) nos contó que en la intimidad le llamaban Manny, supongo que con la intención de que optáramos, en el peor de los casos, por denominarle por su diminutivo casero, antes que elegir libremente una denominación cruelmente caricaturesca. Y supongo que funcionó, pues no recuerdo que tuviera mote...

Ikkidrow dijo...

Recuerdo cuando entré en Dominicos en 2ºEGB, el profesor era don Serafín, éramos cuatro chicas en una clase de 40 alumnos. Daba capones con un anillazo que llevaba, pero siempre a los chicos, con nosotras era mucho más blando y no dejaba que se metieran con nosotras. Es al único que recuerdo dando capones.
En cambio me acuerdo en 3ºEGB, con el padre Luis, tan traquilo que parecía un santo, un día montó en cólera (no recuerdo el motivo) y levantó a otro compañero del suelo enganchándolo de las orejas. Aquel día aprendimos que no debíamos hacerlo enfadar.
Otro que también levantó a un compañero del suelo agarrado de la oreja fue Loidi. Estábamos en 7ºEGB creo recordar, nos había castigado por mal comportamiento y nos tuvo varios minutos (creo que fueron 5 pero se nos hizo como si fueran horas) saltando en cuclillas, pero... pilló a uno que al darse la vuelta dejó de saltar. Después de aquello nadie se atrevía a dejar de saltar. Yo misma recuerdo que al final, en vez de saltar las piernas no me respondían y era intentar ponerme en cuclillas y caerme encima de las colchonetas...
Como se dice, respetábamos a los profesores y al verlos como adultos pensábamos que sabían hacer lo correcto siempre en todo momento. En cambio, conforme vamos creciendo, vemos que por mucha experiencia que tengamos, nunca dejamos de ser unos niños... (venga, va, que me callo ya xDDD).
Yo lo que viví no lo considero que fuera violencia, claro que a mí no me tocó ningún capón ni tirón de orejas...

León dijo...

Pobre Galvano, todavía le debe doler aquel guantazo a mano abierta. Un saludito para Fernando.